En la edad de oro de las novelas de "a duro", después llamadas bolsilibros, proliferaron por ciudades y pueblos, las librerías de cambio.
En éstas, por un módico precio, bastante menor que el precio original, se podían adquirir "nuevos" títulos llevando otros que ya estuviesen leídos o aquellos de los que uno se quisiera desprender.
Normalmente eran tiendas pequeñas, atiborradas de pilas de novelas, con variadas y coloridas portadas que hacían volar la imaginación, y transportaban al lector a mundos excitantes e imaginarios llenos de aventura y emoción en remotos y exóticos mundos.
En la actualidad son difíciles de encontrar, se encuentran más escondidas, ya no se anuncian como antes en los carteles de la entradas, pero aún quedan vestigios de aquella época dorada.
Fotografía procedente de http://madridenlos70.blogspot.com/