Los cambios de novelas, se realizaban, hace ya algunos años, en pequeñas librerías o papelerías, en las que era habitual cambiarlas, aportando una pequeña cantidad de dinero, que no alterara drásticamente la escueta economía que se disfrutaba en aquellos tiempos.
Pero no eran solamente en éstos sitios mencionados, donde se podían encontrar en exclusiva, éstas pequeñas novelas, que alegraban la existencia de los lectores, en interminables colecciones de variopintos géneros.
También se podían encontrar en cacharrerías, donde se vendían todo tipo de material usado o de segunda mano, ya sean novelas, tebeos, o variados utensilios que pudieran tener algún interés para los potenciales clientes.
En estos locales, manoseados ejemplares de todo tipo y condición, se amontonaban en cajas de cartón o apilados en oscuras y polvorientas estanterías, esperando una mano amiga que las rescatara del olvido.
Los bolsilibros hoy en día son una especie en peligro de extinción, sólo perviven precariamente un par de colecciones de libros del Oeste que aún se siguen reeditando, pero por la gran difusión que alcanzaron, todavía se pueden encontrar antiguos ejemplares a la venta en los lugares más insospechados.
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